Parroquia:
Moreda
Clasificación:
Lugar
Código postal:
33679
Distancia a Cabañaquinta:
10´8km. aprox.
Altitud

El lugar de Oyanco "L´Oyanco" pertenece a la
parroquia de Moreda, de la que se encuentra a 1,2 km. y, aproximadamente, a 10,800 km. de Cabañaquinta, capital
del concejo.
Cuando oigo nombrar a Oyanco o tengo la ocasión de pasar por él, no puedo
evitar recordar la época del final de los años 50 y pricipio de los 60 cuando los domingos de los meses del verano los pasaba con mis padres y mi hermana (la que tenía por aquel entnces, luego vendrían otras dos y un hermano)
en el llerón, situado en el margen izquierdo del río,
y mis tios/as y primo/as . Aquí era el punto de encuentro para
muchas familias y amistades procedentes de Caborana, Moreda, Piñeres, Lagar, Misiegos…, y como no, del
mismo Oyanco. El acceso a la playa flubial se hacia cruzando las vias del tren y a través de un
pasadizo a modo de puente construido para la ocasión con piedras y madera para poder pasar a la otra
orilla del río. Lo habitual era ver grandes corros de familiares y/o amistades en torno a unos manteles
terciados en el suelo con cestas en las que no faltaba la tortilla de patata y la ensaladilla rusa. Las
bebidas se adquiría en un pequeño bar construido totalmente de madera que se encontraba en el mismo
llerón.
Oyanco, al encontrarse ubicado en la zona baja del concejo, siempre estubo muy ligado
a la mina. A la entrada del mismo, después de pasar el economato que había en Tartiere, se encontraba
un lavadero de carbón que estubo en servicio hasta los últimos años de los 50 o principio de los 60. Aquí era el punto final del
´Zurrón´, un tren que transportaba carbón desde Santana, en la parroquia de Soto, y creo que
también desde el Escobio, en la parroquia de Piñeres. El trayecto de las vías transcurría
paralelo a la unica carretera que había por aquel entnces, hoy la AS-112a. Quien conozca esta carretera, que se encuentra plagada de curvas, algunas muy pronunciadas,
le costará trabajo creer que hubo un tiempo en que un tren con una ristra de vagones impulsado por una
máquina de vapor pudiera circular por allí. Así es que, a pesar de a la poca velocidad que se
desplazaba, los descarrilamientos eran frecuentes, algunas veces con volcamiento de algunos de los vagones dando
así lugar al vaciado de los mismos, circunstancias que aprovechaban los vecinos cercanos al suceso para
carretar carbón en calderos, cestones, sacos…,hasta la carbonera particular de cada uno, antes de que llegase
la jefatura de la empresa y lo impidiera, circunstancia que siempre se tardaba en materializar por la falta de
medios de comunicación.